Después de un año y cuatro meses de haber iniciado la experiencia de inserción, al sur de Bogotá, dando respuesta al tercer desafío del XV Capítulo General “Estar al lado de los empobrecidos y excluidos”, el 21 de junio de 2008 con gran gozo, recibimos la presencia de Jesús sacramentado entre nosotras.
Después de un año y cuatro meses de haber iniciado la experiencia de inserción, al sur de Bogotá, dando respuesta al tercer desafío del XV Capítulo General “Estar al lado de los empobrecidos y excluidos”, el 21 de junio de 2008 con gran gozo, recibimos la presencia de Jesús sacramentado entre nosotras.
Ha sido significativo el buscar el nombre de la Comunidad, después de una lluvia de nombres buscados por las hermanas, nos quedamos con el más teresiano, JESÚS MAESTRO.
Hemos querido que este acontecimiento estuviera cerca de nuestra fiesta de fundación de la Compañía, por eso el sábado 21 de junio, fue el día señalado para tan gran conmemoración. La Eucaristía, la propia de San Enrique de Ossó, le dio un toque solemne; a pesar de la lluvia fuerte, hubo una asistencia significativa de los barrios Santo Domingo, Santa Viviana y la Unión, algunos expresaron: “Mucha lluvia, muchas bendiciones”
Nos acompañaron nuestras hermanas de la Casa Provincial, una representación del Colegio teresiano de Bogotá, la Candelaria y de San José de Ibagué, también contamos con la presencia del personal de servicios generales de la Casa Provincial.
Al iniciar la celebración se leyó el decreto con el permiso para establecer la comunidad con el nombre “Comunidad Teresiana Jesús Maestro” en la Arquidiócesis de Bogotá, Zona Pastoral Episcopal del Espíritu Santo, por el Cardenal Pedro Rubiano Sáenz Arzobispo de Bogotá y primado de Colombia, a continuación se leyó, el oficio de la Coordinadora General Hna. Carmen Bartolomé, sobre la erección de la casa.
En la homilía, el Sacerdote Carlos Álvarez, párroco de Jesús y María, retomando las lecturas de la misa, hizo hincapié en las virtudes de la prudencia y sabiduría, nos invitó a ser discípulas, y a responder a la llamada que la iglesia nos hace. Dirigiéndose a los fieles les exhorta a orar por las hermanas y a tener claro que no es tanto las obras grandes que haga la comunidad, como el brindar la presencia, el acompañamiento y el testimonio de vida, la casa está llamada a ser casa de oración.
Hoy como comunidad religiosa de la Compañía de Santa Teresa de Jesús, formamos parte de esta comunidad de los Barrios:la Unión, Santa Viviana, Santo Domingo y Caracolí, para hacerte conocer y amar desde la espiritualidad teresiana, con sus anhelos y esperanzas en extender tu Reinado del conocimiento y amor de Jesús, sé nuestra fortaleza y despierta en nosotras los deseos de servirte con generosidad donde más peligren tus intereses.
Agradecemos a la Compañía, por confiar en nosotras al encomendarnos esta experiencia en medio de esta comunidad. A la parroquia de Jesús y María por su acogida y confianza en el servicio pastoral que realizamos, a todas las personas que de una y otra manera nos han acompañado en el proceso de inserción durante el tiempo que llevamos en este sector, compartiendo nuestro ser y hacer.
Agradecemos también a las Hermanas Maritza Villacís y Martha Lucía Villada que durante el 2007 vivieron esta experiencia y fueron parte muy importante en la búsqueda y discernimiento sobre nuestro modo de presencia en esta población tan afectada por las distintas clases de pobreza.
Agradecemos tu presencia Jesús entre nosotras y deseamos ser tus instrumentos para que tu Reino se siga extendiendo en este sector y sea signo de esperanza para todos, reconociendo y agradeciendo la vida que se va manifestando.